Corazón de verano | Carlos Saavedra

A Rosalía Ortega

Él deseaba fuera su piel la página en que escribir las notas de su encuentro. De pie a media sombra, cuerpo a cuerpo, asidos, hendieron  el corazón del verano en la tibieza. Voluptuosidad y placer fueron oscura carne de un corazón abierto al deseo del instante. Quedaron inmersos entre las sábanas terrenas, en hojas convertidos. Sobraron alas cuando la savia quebrantó, al golpe arterial de su codicia, el sigilo sorprendido de sus seres.  En silencio se dijeron paraísos de frutos sin medida entre el sabor frutal de su entrega. La sola naturaleza abrió, temprana entre sus cuerpos, manantiales. Líquida la noche, olvidaron desaciertos; todo confluyó como la música, bajo la lengua tibia de la hora. Recorrieron espesuras, senderos, caminos, dunas de piel sin más desierto. El viento los vistió de la inquietud de los estíos entre risas claras de luces turbadoras. En la cima del placer, murmullo desgajado, se confundieron sus sentidos y cerrando corazones al mundo hallaron el más bello de todos los olvidos...

 Carlos Saavedra

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